Por: Carlos Enrique Paternina
El sector transporte
representa el 25% de la demanda mundial de energía y cerca del 61% del consumo
anual de petróleo (PPMC, 2015). Así mismo, y según datos del Global Mobility
Report 2017, en 2009 el transporte fue responsable del 23% de las emisiones de
efecto invernadero relacionadas a la energía (Sustainable Mobility for All,
2017). Esta participación según proyecciones del IEA 2015, podría llegar a 40%
entre el 2013 y el 2040 bajo las actuales políticas públicas.
En América Latina
existen estimaciones realizadas por el Programa de Naciones Unidas para el
Medio Ambiente (PNUMA 2017) que pronostican que la flota de vehículos
eléctricos en la región podría triplicarse en los próximos 25 años, llegando a
superar las 200 millones de unidades en 2050 (ONU Medio Ambiente; Unión
Europea, 2017).
Este despliegue significaría una disminución
aproximada de 1,4 Giga toneladas de Co2 y un ahorro en combustibles cercano a
los 85 mil millones de dólares para el período 2016 - 2050. Este escenario es
compatible con el propuesto por la Agencia Internacional de Energía (IEA), cuyo
objetivo es que la temperatura del planeta no aumente más de 2º Celsius al
final de este siglo. Según este mismo informe del PNUMA 2017, Latinoamérica presenta
las mejores condiciones para que los vehículos eléctricos entreguen sus mayores
beneficios en términos de cambio climático, ya que la electricidad tiene un
alto potencial para ser generada en gran medida con energías renovables, tanto
tradicionales como no convencionales (ONU Medio Ambiente; Unión Europea, 2017)
Las ciudades colombianas vienen liderando en América
Latina la adquisición y puesta en servicio público buses impulsados por
tecnología limpia, con una tasa de penetración del 9,8%, principalmente en los
sistemas BRT (Buses de Transito Rápido). Se estima que unos 5000 buses
eléctricos circularán por nuestras ciudades latinoamericanas al año 2025.
Es importante recalcar que, en Colombia, se cuenta con
la Ley 1964 de 2019 que promueve el uso de vehículos eléctricos, dando
beneficios en materia de impuestos, de revisión tecno-mecánica, seguros de
accidentes, igualmente establece que municipios pueden adoptar esquemas de
incentivos adicionales como descuentos en registro, en el impuesto vehicular,
tarifas diferenciadas en parqueaderos y exenciones tributarias. Todo esto con
la meta de reducir emisiones de Co2, toda vez que adicionalmente establece que, en los seis años posteriores a la firma de la Ley, como mínimo el 30% de los
vehículos comprados para prestar el servicio público en los municipios
categoría 1 deben ser eléctricos, en donde existan Sistemas de Transporte
Masivos asumir políticas públicas que permitan cumplir con la gradualidad en la
adquisición de vehículos no contaminantes hasta llegar al 100% de adquisición al año 2035.
A pesar de toda esta expectativa, el transporte viene siendo
liderado por los vehículos particulares y por los “informales”, la moto es el
sustento de la movilidad urbana y rural, llegando incluso a ser el vehículo más usado por los colombianos pues representan el 60% del parque automotor del país
con 10.136.593 unidades.
Algunos datos
adicionales para ir comprendiendo la realidad de cómo nos movemos, de los 17´020.461 vehículos registrados, más de 15 millones son de servicio
particular, dejándonos claro que el transporte público no lidera la movilidad
en nuestras ciudades. De estos vehículos
el 47% no renovó el SOAT el año pasado (78% motocicletas) y el 57% no cuentan
con tecno-mecánica (62,3% motocicletas). En las últimas dos décadas,
aproximadamente el 40% de los miembros de los hogares pasaron a ser poseedores
de vehículos. Estamos muy por encima del promedio latinoamericano que se estima
en 500 vehículos particulares por cada 1000 habitantes, es decir 1 por cada 2
ciudadanos, dato que se incrementa a medida que mejoran los ingresos por
persona, llevándonos a gastar en promedio 1,5 horas/día para transportarnos o
movernos por la ciudad.
Como mencionaba unas
líneas arriba, la moto se convirtió en el medio de transporte más usado en
Colombia, en el caribe incluso lidera la prestación del servicio público, bajo
el fenómeno conocido como “mototaxismo” el cual se convirtió en sustento para
muchas personas que no logran acceder a fuentes de empleo formal y también como
solución a la inexistencia o ineficiencia de los sistemas de transporte
público, increíblemente, hay capitales departamentales como Sincelejo, en la
que los buses dejaron de rodar desde hace años, y en donde, a pesar de
legalizar la informalidad, se persigue a quienes prestan el servicio, en lugar
de resolver la problemática. (de esto
hablare en la segunda entrega)
Al año 2019 según
información del Plan de Desarrollo Municipal “Unidos Transformamos Más” 2020 –
2023: el 39,% de los viajes se realizan en moto-taxi, el 21% a pie, el 15,3%
como conductor de moto, 4,7% como conductor de auto particular, 8% como usuario
de moto, 4,2% en taxi, como pasajero en auto particular el 2,6%, en buses urbanos el 1,8%, en vehículos de
empresa o de instituciones educativas el 1,4%, en bicicleta el 0,4%, taxi
colectivo 0,18%, buses interurbanos el 0,11% y en otros medios el 1,2%. estos
valores claramente han variado pues desde antes de pandemia no hay rutas de
buses urbana. (tema que desarrollare en la segunda entrega).
Estiman en el Plan
que “154.348 ciudadanos realizan cerca de 365.969 viajes diarios, lo que
corresponde a cerca de 2,37 viajes diarios por persona que viaja. La tasa de motorización de autos en la
ciudad es de 62 autos por cada 1000 habitantes, mientras que la tasa de las
motos es de 102 motos por cada 1000 habitantes” igualmente manifiestan que los
motivos de viaje de los usuarios, “son el trabajo con el 23% y la salud y
compras con el 18% y 17% respectivamente. De los usuarios encuestados para el
14% su motivo de viaje es el estudio”, nos dejan un dato de partida para
entender la demanda actual que “en el Transporte Público Colectivo Urbano es de
6468 viajes/día y la demanda del “mototaxi” 143.631 viajes/día del total de los
365.970 viajes/día”.
La ciudad sigue dando
prioridad a la inversión en infraestructura vial para el uso de vehículos
particulares, la cual será compartida con los buses o busetas del sistema de
transporte público (aun cuando esta administración poco avanzo en el tema,
quedando inconclusas obras importantes como el par vial san Carlos, avenida
Argelia y sin rodar los buses por la ciudad); a pesar del alto porcentaje de
movilidad peatonal no se ve inversión en andenes adecuados que incentiven este
tipo de desplazamiento, aun cuando la estructura urbana lo permite; igualmente
se han realizado algunas inversiones en pintura vial para ir estableciendo
bici-carriles, sin embargo el tema Sigue Desarticulado y con Poca
Planificación.
En pocas palabras la
respuesta desde la administración pública municipal sigue siendo en que cada
quien resuelva su problema de moverse por la ciudad, el caos reinante nos
construye como sociedad, sin equidad y sin inclusión social, alejados estamos
de lograr una ciudad democrática con eficiencia y armonía urbana, sin
transporte y sin planificación simplemente no hay nada.
Próxima entrega “Sin-celejo:
Sin-buses”
Excelente artículo, esperando el proximo
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