Por: Stiven Vitola Zambrano –
Economista, Magister en Administración de Empresas, Docente Universitario.
Giotto di Bondone, un
gran pintor que vivió al final de la edad media y principio del Renacimiento,
fue un artista que se sumó a las voces que surgieron en contra del oscurantismo
medieval, ese conjunto de estrategias llenas de dogmatismo que buscaba
mantener sin instrucción a las clases populares. Este oscurantismo intencionado
se dio bajo la forma explícita de la restricción de la difusión del saber y de
forma indirecta al ensombrecer, dificultando el lenguaje en las obras escritas, dándole cierta “vaguedad” y “exclusividad”.
El concepto está ligado a la tutela
eclesiástica, pero se registra un uso extendido
en el tiempo. Joahnn Ruechlin fue el
primero que nos habló en su sátira “Cartas de los hombres
oscuros” al hablar de los monjes dominicos, parodiados como oscuros ya que
apoyaban la quema de los libros no cristianos. El oscurantismo
representó restricción del conocimiento, prohibición de la libre expresión, la
literatura tenía que ser de tendencia religiosa, la fuente principal de saber
era la biblia, dogma religioso que tenía componente de irracionalidad, que
transcendía en la sociedad toda vez que prevaleciera el teocentrismo y a partir
de ahí las clases sociales se jerarquizaban por su cercanía al clero como las
más privilegiadas. Los últimos en la escala eran los granjeros y siervos. Las
condiciones de vida eran pésimas, esa época
oscurantista creaba las bases para un trabajo devastador que debilitaba física
y mentalmente, cuyas condiciones no se discutían, era el caldo de cultivo para
generar cualquier tipo de enfermedades, un caso ejemplar fue la Peste Negra.
A fines del siglo XII,
en el sur de Francia comenzó lo que fue la primera Inquisición; se trataba de
tribunales formados por religiosos con el fin de combatir la herejía y la
brujería, conjeturas que servían para castigar y suprimir físicamente a todo
aquel que se atreviese a oponerse a los dictámenes de la iglesia, no importando
cuán irracional fueran sus puntos de vista, porque lo que buscaban era
justificar sus dogmas. Esto se puede ejemplificar con el criterio que asumieron
respecto al gato, vieron a este animal como un vehículo sospechoso para
confabular contra las autoridades. Estas sospechas se basaron en parte por el
desconocimiento de la fisiología del gato, por eso eran asociados a las
llamadas “brujas” y a supuestos actos de brujería. El primer
paso para condenar al animal tuvo lugar a comienzos del siglo XIII de la mano
del papa Gregorio IX, quien en una de sus bulas realizó una asociación entre
los gatos y el diablo. Fue así que, tanto la religión católica como los
ciudadanos en general condenaron a estos animales y lentamente comenzaron a
exterminarlos, en muchos casos, mediante fuego y torturas, tanto a las brujas
como a la representación del mal, los gatos negros. Basándose en las
supersticiones y decisiones eclesiásticas, con el correr de los años se mataron
a casi la totalidad de gatos y a cientos de miles de mujeres acusadas de brujería,
entre muchos otros que acusaron de herejía. Algunos textos señalan que los
gatos prácticamente desaparecieron como consecuencia de la gran matanza y sin
fallas de los principios ecológicos, la naturaleza les cobró muy caro, hubo una
enorme proliferación de roedores sobre todo de “la rata negra” transmisora,
a través de la pulga, de la letal peste negra y con ellos purga humana, los 80
millones de europeos quedaron reducidos a tan sólo 30 entre 1.347 y 1.353.
Giotto por su parte,
ayudó a impulsar el Renacimiento, con su extraordinario arte ayudó a crear la
perspectiva de tres (3) puntos; por primera vez un artista
pintaba en tres (3) dimensiones. Siendo un niño de 11 y
estando al cuidado de unas ovejas, pintó una de ellas con tiza; mataba el
tiempo dibujando una oveja sobre una piedra plana con una tiza, cuando acertó a
pasar por allí el pintor Florentino Cimabue, quien impresionado por el talento
natural de Giotto, que había dibujado una oveja tridimensional, tan natural y
perfecta que parecía viva, le acompañó hasta su cabaña y consiguió convencer al
padre de que le dejara hacer del muchacho su aprendiz; después de eso, a los 30
años de edad era famoso más allá de Florencia. Le dio al mundo lo que veía,
marcó la diferencia, por primera vez en mucho tiempo los humanos miraron para
arriba.
Contextualizando la
temática antes expuesta, se hace necesario nuestra participación en un partido
político de carácter amplio y democrático, que nos una para que Colombia se desarrolle
como nación próspera con democracia, paz, soberanía nacional, democracia
económica, derechos universales y que busque el bienestar y la dignidad de sus
gentes, un partido con una perspectiva única que nos permita ver para
arriba y sacar del oscurantismo al que han sometido a la población colombiana y
sucreña en particular, las retrógradas clases que han manejado el poder
nacional y local durante tantos años.
Sucre es una economía
basada en relaciones semifeudales, donde aún existe la aparcería, altas
concentraciones de tierra, ganadería extensiva y prácticamente sin industrias,
es obvio que debe reflejar la postración política del ente territorial en sus
instituciones gubernamentales, pero es sabido que esto garantiza los intereses
de los que manejan el poder económico; es por eso que frenan el avance de las
fuerzas productivas y obstaculizan los avances del capitalismo, toda vez que
rehúyen la utilización de nuevas tecnologías en los campos y no capacitan el
recurso humano, ni brindan oportunidades para que estos se capaciten, no
propician la creación de gremios institucionalizados que velen por el progreso
de los sectores económicos, ni existe una cultura emprendedora y de
transformación a nivel gubernamental. Hoy vemos el desdén de quienes en el gobierno
separan su suerte personal de la suerte del departamento, les va bien a ellos,
se llenan de opulencia, grandes casas, carros, estudios exclusivos en sus
familias, pero a las personas de a pie que son la gran mayoría les va mal, y es
que mientras mejor les esté yendo a quienes gobiernan, peor les irá al resto de
los sucreños.
No es mentira que la
economía de sucre está deprimida, representa un 0.8% del PIB, lo que no es de
extrañar si tenemos en cuenta que la informalidad laboral es del 64%, siendo así
reflejo de la política que ejercen los caciques gobernantes y en el pensar de
su gente, tanto así que a pesar de la corrupción, estimada como una de las más
aberrantes del país, según informes ampliamente difundidos por los medios y por
el gran número de escándalos protagonizados por ellos, la población los sigue
eligiendo y sigue creyendo en los nuevos nombres (que saltan a la
palestra pública) de las viejas familias que han ostentado el poder.
Este contexto me
recuerda el Poema de Ozymandias, un soneto de Percy Bysshe Shelley,
publicado el 11 de enero de 1818, el cual nos muestra que es la inevitable
decadencia de todos los gobernantes, su poder y el de los imperios que
estos construyen, sin importar cuán poderosos fueron en su tiempo, dice:
“Conocí a un viajero de una tierra antigua quien
dijo:
«dos enormes piernas pétreas, sin su tronco se yerguen en el desierto. A su lado, en la arena, semihundido, yace un rostro hecho pedazos, con ceño y mueca en la boca, y desdén de frío dominio, cuentan que su escultor comprendió bien esas pasiones las cuales aún sobreviven grabadas en estos inertes objetos y en las manos que las tallaron y al corazón que las alimentó.
Y en el pedestal se leen estas palabras: “Mi nombre es Ozymandias, rey de reyes:
¡Contemplad mis obras, poderosos, y desesperad!”
Nada queda a su lado. Alrededor de la decadencia de estas colosales ruinas,
infinitas y desnudas se extienden, a lo lejos, las solitarias y llanas arenas».
Ante tanta ceguera
política, un partido como el antes expuesto representará la luz en la
oscuridad, y aunque pesan mitos en la mentalidad de mucha gente, aunque el
pueblo no le crea sobre las nuevas rutas del desarrollo que se están planteando
en el mundo, este partido deberá cumplir con su papel ilustrador y sostén para producir
los cambios que se necesitan en los entes territoriales que conforman a nuestra
querida Colombia. Digamos por ejemplo que, si a alguien se le ocurriera
proponer un tren ligero elevado en Sincelejo, podría costarle capital político,
pero solo ilustrando con nuevas experiencias se abrirá los ojos de los
ciudadanos sobre nuestro potencial; ciudades más pequeñas como Rionegro en
Antioquia con un tercio de la población de Sincelejo ya le está apostando a
este tren elevado, o decir por ejemplo que Londres en 1.860 con menos población
que Sincelejo en la actualidad construyó el primer tren subterráneo a vapor, o
que Boston con 300 mil habitantes, antes de llegar al siglo XX en el año 1.898
creó el primer tren eléctrico subterráneo.
Los sucreños debemos tener dignidad para proclamar un nuevo contrato social, “el gobierno pedirá a las empresas que crezcan y generen empleo de calidad y, a cambio el gobierno se comprometerá a financiar I+D”. El nuevo contrato social se basará en la estimulación de la ciencia, tecnología e innovación y las empresas y personas respirarán un ecosistema empresarial comprometidos en la generación de riquezas.
Este partido será Giotto di Bondone mostrando las dimensiones que no veíamos antes e iluminará el sendero que nos sacará del oscurantismo impuesto por los terratenientes y la retrograda burocracia que mantiene a la mayoría de la población con los ojos vendados, o enceguecida como aquel ilustre personaje del mito de la caverna expuesto por Platón en Grecia, 380 años antes de Cristo.
Muy pertinente, Ese cambio debe traducirse en pequeña acción...y crear una narrativa distinta. Eso se traduce en arreglar 'La ventana rota'. Algo que despierte los sentidos de todos
ResponderEliminarInteresante... hay que sacar lentamente esas estructuras tradicionales políticas de la región... sin violencia se puede reemplazar esa vieja política
ResponderEliminarPara reflexionar, es posible la restructuración política y cambio de pensamiento, es hora de poner cada uno el grano de arena y construir una nueva realidad, con explotación de capacidades y sostenibilidad.
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