Por: Carlos Enrique Paternina
Contreras, Arquitecto,
Planificador Urbano, Consultor y Docente Universitario.
Planificador Urbano, Consultor y Docente Universitario.
Patrimonio, pasado y futuro de la mano para la reconversión de
las ciudades.
El turista actual anda en búsqueda de lo que
considera auténtico, de nuevas experiencias urbanas, por lo cual toma cada vez más
fuerza el patrimonio como objetivo turístico, lo que ha llevado a los centros
históricos a convertirse en lugares de visita obligada en busca de la memoria
colectiva.
Aquí aparece un gran reto para las administraciones
locales: la identificación de lo patrimonial en lo material e inmaterial, y
en cómo vender esta riqueza cultural. Entonces, resulta importante generar
reflexiones sobre las políticas tendientes a la explotación turística del patrimonio
y su vínculo con las dinámicas de gentrificación, las tensiones y los
conflictos urbanos.
La arquitectura y el urbanismo son claramente
elementos de ordenamiento y de control social utilizados en la mayoría de los
casos para desplazar hacia la periferia urbana a estas poblaciones consideradas
por algunos “problemáticas” para el sano convivir de la ciudadanía. Para evitar
la exclusión, es fundamental en los procesos de regeneración urbana en los
centros históricos, realizar trabajos de índole social, no solo concentrarse en
la recuperación del entorno físico, pues debemos tener presente que estos
sitios sirven de refugio o hábitat para personas de muy bajos recursos que
viven del “rebusque” o del día a día, o en el peor de los casos en las
zonas totalmente degradadas, donde conviven los “habitantes de la calle”
con los expendedores de drogas, armas y prostitución.
En Sincelejo afortunadamente el centro histórico no
se ha degradado a los niveles de otras ciudades; sin embargo, presenta
deterioro en edificios de carácter patrimonial, así como en algunas zonas de
espacio público, además de un abandono de las actividades lúdicas y de
encuentro social, siendo el principal punto de encuentro para algunos
ciudadanos la Plaza Santander y la Plaza Olaya Herrera; igualmente es una
realidad urbana el escaso ancho de las vías peatonales, el aprovechamiento de
las vías vehiculares como parqueaderos y la preferencia del vehículo sobre el
peatón.
En los últimos años parte de la actividad
comercial, de esparcimiento y de encuentro social se ha ido desplazando a los
centros comerciales establecidos en la ciudad, degradándose aún más las
actividades inherentes a su realidad urbana. Pese a ello, el centro de la
ciudad sigue siendo la sede de las principales entidades bancarias, hoteles y
moteles, restaurantes, almacenes tradicionales y populares de ropa y calzado,
así como sitio de venta de muchos productos de carpintería y electrodomésticos,
en fin, de ventas que surten un mercado regional, incluso de alimentos, pues parte
de este sigue siendo utilizado por “vendedores de carreta” y puestos
ocasionales en el espacio público.
En atención a estas realidades, nuestro reto en
Sincelejo pasa por identificar los edificios y sitios urbanos de alto valor patrimonial,
cultural o social, que puedan ser fácilmente apropiados por la ciudadanía y ser
detonantes para la transformación, pues debemos buscar estratégicas para que el
sector privado se involucre en estos planes de renovación y búsqueda de nuevos
elementos de valor turísticos, enfocada desde la revitalización de las
relaciones sociales, la recuperación impulsando las edificaciones para
apartamentos de vivienda, el desarrollo de museos y bibliotecas públicas,
restaurantes y bares, centros de eventos, y tiendas especializadas; en fin, una
multiplicidad de usos para lograr darle vida nocturna, pero aún más importante
es recuperar el espacio público, incluso transformar algunas vías vehiculares a
peatonales para incentivar no solo el comercio, sino principalmente el valor
ciudadano, buscando desarrollar en ellas algunas actividades culturales y
aumentar las áreas de espacio público que en Sincelejo escasamente está en
3,68m2/habitantes.
En cuanto a las vías vehiculares, peatonales y de
uso de medios alternativos como la bicicleta, deben establecerse de acuerdo con
la imagen que se desea proyectar de la ciudad, así como lograr implementar
políticas de arborización acorde a las realidades urbanas de estos sectores es
estratégico en el caso de la ciudad, por ello la importancia de lograr hacer
planes zonales de planificación más detallados de la mano del Plan de
Ordenamiento Territorial.
Agroturismo, ecoturismo y dinámicas verdes para el
aprovechamiento en la generación de nuevos ingresos.
Es notoria la situación de pobreza que viven los
habitantes de las veredas y corregimientos rurales; nuestros campesinos viven
del cultivo, la pesca y la pequeña ganadería, pero el desarrollo rural en
muchos casos es limitado, las vías se encuentran en mal estado, falta
infraestructura de servicios públicos, hay peligros de degradación y extinción
de entornos naturales.
La nueva ruralidad implica grandes retos, pensar en
la integración de estos entornos al medio urbano, generar proyectos innovadores
de desarrollo sostenible que ayuden a la superación de los desequilibrios
sociales, económicos y ambientales. Por ello toma valor el “enfoque
territorial del desarrollo rural” que no es más que un proceso de
transformación productiva que busca articular la economía del territorio rural
con mercados dinámicos.
El entorno rural y ecológico se ha convertido en
destino de un sector de turistas, que cada vez más, persigue vivir experiencias
de reencuentro con la naturaleza y con las vivencias del campo, lo que implica
brindar nuevos productos y servicios que pueden desarrollarse en estos
entornos. Propuestas de ecoturismo, agroturismo, turismo rural, turismo
comunitario y de aventura vienen desarrollándose en muchas ciudades, con el apoyo
no solo de los gobiernos locales y nacionales, sino de ONG, fondos de
inversión, empresas privadas, y emprendedores, permitiendo la revitalización
territorial rural, innovación y generación de conocimiento, así como
apropiación de conocimientos ancestrales. Para ello podemos identificar
diversas actividades que se pueden implementar en el territorio rural:
·
Actividad agrícola y semiagricola: venta en el
propio predio de productos agrícolas con algún valor agregado, podría estar
vinculado a turismo gastronómico.
·
Granjas comunitarias de producción.
·
Recreación y turismo: encontramos diversas
alternativas como el camping y alojamiento en viviendas típicas campesinas, eco
hoteles, agroturismo, granjas ecológicas y o educativas, actividades de caza y
pesca, actividades de turismo deportivo y de aventura.
·
Turismo cultural que se puede dar en pueblos y
veredas con alguna riqueza arquitectónica como viviendas vernáculas, riqueza
arqueológica o histórica.
·
Pago por compensación ambiental, bonos ambientales,
producción de energía eólica.
El turismo rural es claramente una alternativa de
desarrollo, permite la puesta en valor del medio rural, y se convierte en una
forma de cerrar la brecha económica entre el campo y la ciudad, así como
generador de nuevas alternativas de esparcimiento, recuperación de zonas
deforestadas, apropiación de saberes ancestrales, medio de educación y cultura,
y aliciente para estas comunidades abandonadas y empobrecidas en un medio cada
vez más urbano y globalizado.
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