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Caos y desgobierno en Sincelejo

 Por: Carlos Enrique Paternina



Desde hace décadas nuestra sociedad viene marcada por una profunda crisis social, el 58% de la población económicamente activa del país, no ha logrado ingresar a la economía formal, lo que los lleva a la búsqueda diaria del sustento en condiciones de precariedad laboral, impidiendo mejorar sus condiciones de vida, peor aún cuando existe un sector poblacional que no logra obtener más que el equivalente a un dólar diario como ingreso.

Esto denota el desperdicio de la riqueza del capital humano entendiendo su valor colectivo, al tiempo en que los gobiernos se convierten en generadores de exclusión social, hemos visto como se  implementan medidas absurdas que terminan premiando a quien más tiene, se estima que los beneficios tributarios representan un 5% del Producto Interno Bruto, pero además, gracias a la corrupción y el gasto ineficiente se pierde cerca del 3,5% del PIB, recursos que podrían ser aprovechados para resolver problemáticas de índole social.

El clientelismo, el favorecer intereses particulares, la desviación de recursos públicos, decisiones desacertadas, poca capacidad técnica, el desinterés o desconocimiento de lo estratégico, la falta de implementar procesos de planificación y herramientas de gestión, han postrado a nuestros territorios al caos y desorden, en una sociedad que no garantiza básicos de bienestar para el grueso de la población, y que arroja a una gran mayoría a la lucha por conseguir el mínimo vital. 

Sincelejo no escapa a estas realidades, según la reciente encuesta del DANE, es el primer municipio colombiano en informalidad, con un 69,8% de su población ocupada de manera no formal, el insuficiente mercado laboral ha llevado a que la principal fuente de trabajo sea el moto-taxismo, fenómeno complejo que no ha podido ser resuelto en parte por la falta de política pública y de estrategias sectoriales de empleo,  por el contrario sigue siendo respuesta a la necesidad de movilidad ante la inexistencia del sistema de transporte urbano.

La segregación y exclusión social en un municipio con una alta tasa de informalidad producto de la falta de oportunidades, termino disparando los casos de hurto, esta problemática sucedía principalmente en la zona céntrica de la ciudad, en donde se concentra el comercio, la zona bancaria y el antiguo mercado, esto llevo a que en agosto de 2012 el alcalde de turno, tomara la decisión de aprobar el Decreto 546, dándole vida al “Área de Movilidad Segura” buscando brindar seguridad al peatón, al tiempo de mejorar la movilidad urbana. Efectivamente, los índices de delincuencia asociados al robo disminuyeron, en cuanto al mejoramiento del flujo vehicular poco se logró con la medida, hasta la administración pasada era costumbre ver a los auxiliares de policías cuidando las vallas en lugar de dedicarlos por ejemplo a actividades de regulación del tránsito automotor en los puntos neurálgicos de la ciudad. 

En diciembre del año 2020, él alcalde Andrés Gómez decidió mediante Decreto 648 ampliar el “Área de Movilidad Segura”, con el fin de poner en cintura la “ilegalidad e informalidad del transporte público en la ciudad y con el objetivo de garantizar una movilidad segura y sostenible, establecieron una política de recuperación de la zona céntrica, propendiendo por el rescate de la seguridad vial integral, a través del control y la regulación de la circulación en el Área definida.

Cabe recordar que no tardó en hacerse presente el inconformismo en el gremio de mototaxistas y de comerciantes que vieron afectadas sus actividades económicas, más aún en una época de dificultades producto del largo periodo de inactividad gracias a la pandemia.

Para esa época publiqué un artículo sobre lo que acontecía en la zona céntrica y el Área Segura, que bien la bautizó el apreciado amigo Rubén Fernández del Valle (QEPD) como “Zona de Cristal” expresando que era la zona de mayor cuidado por parte de las administraciones municipales que por varios periodos habían impuesto restricciones a los moto-usuarios con el fin de bajar las altas tasas de atracos en el centro del comercio y servicios de la ciudad.

Sin embargo, en esta administración la Zona de Cristal se quebró en mil pedazos, el caos y desorden desde hace meses es reinante en la llamada Área de Movilidad Segura, las vallas ya no frenan a los miles de moto-taxis que ingresan como si nada a la zona céntrica, se estacionan en cada esquina, incluso en la zona bancaria, empiezan a verse atracos y asesinatos como el acontecido hace pocos días en la Plaza Santander.

Llama poderosamente la atención como siguen hablando de reactivación económica, teniendo presente que la informalidad es la reinante en el municipio, y que pretenda bajo el sofisma de la seguridad y la movilidad, repetir una y otra vez la toma de decisiones que privilegian a algunos, mientras se castiga a las mayorías con exclusión.

Nuevamente la Administración municipal activo las “Zonas Azules” áreas públicas concesionadas para brindar servicio de parqueadero a vehículos, incentivando el uso de vehículos particulares en la ciudad, bueno, en realidad toca decir que se encuentra incentivado al igual que el transporte informal, desde que dejaron de rodar los buses por la ciudad, paradójicamente, al tiempo anuncia el secretario de Movilidad la intensión de imponer Pico y Placa como parte de promesas ante el inminente Paro del gremio de taxistas de la ciudad.

Ante las críticas suscitadas el alcalde salió a desmentir la noticia, expresando que solo es una propuesta del gremio de vehículos amarillos, y que puede ser una solución a la deplorable movilidad presente en la zona céntrica, la cual claramente se ve agravada por los vehículos que ahora se parquean legalmente sobre las vialidades en la quebrada Zona de Cristal. El “sí pero no” en las respuestas deja serias dudas en el actuar de los funcionarios, del secretario de Movilidad, y por supuesto del alcalde Andrés Gómez, así como de los procesos de planificación, que bien sea dicho de paso, son inexistentes en el actuar y quehacer de lo público desde hace varias administraciones.

La inseguridad en la ciudad también anda desbordada, los atracos, asesinatos, ataques sicariales y con artefactos explosivos como el perpetrado al CAI de la Policía, empiezan a reflejar el aumento  de este flagelo que se encuentra atado al micro tráfico de drogas ilícitas, y la respuesta ha sido retenes improvisados y comités de seguridad que poca eficiencia han mostrando, en lugar de aprovechar las nuevas tecnologías, e implementar como lo hicieron en la ciudad de Rionegro Antioquia, un Centro de Control y Vigilancia, que con cámaras de seguridad y catastro multipropósito (con que cuenta la Alcaldía de Sincelejo), elaborar una verdadera estrategia para mitigar esta cruel problemática que viene cobrando vidas, mapas temáticos en tiempo real, por ejemplo “Mapa del Delito”, pueden disminuir como en Rionegro el homicidio en un 80%.

Se están captando recursos vía “Tasa de Seguridad” desde el gobierno departamental, estos recursos deben ser dirigidos a los territorios de acuerdo a la participación en la contribución, y ser destinados a lo estratégico, no a compra de dotación que puede gestionarse con el Gobierno Nacional.

No es con inmovilizaciones amparadas en prohibiciones, no es segregando ni excluyendo, mucho menos estigmatizando a los conductores de motocicletas como va a lograr bajar los indicadores que tanto le preocupan, asumir que van a seguir persiguiendo el transporte informal es absurdo, pues esta labor ha sido “normalizada” gracias a la falta de un sistema de transporte público en la ciudad. ¿Cuánto tiempo seguiremos esperando por los cacareados buses? O ¿los buses eléctricos que expreso iban a gestionar con el ministro de Transporte?

La falta de planificación y de alianzas territoriales no han permitido ver desde una óptica supramunicipal la respuesta a la movilidad (por lo menos le dieron paso a la Policía Metropolitana) y de generación de nuevas centralidades, limitando al tiempo la inclusión y el tejido social, en lugar de aprovecharse como estrategia de enriquecimiento de la vida urbana.

Los ciudadanos de a pie, los informales, los que a diario se levantan para trabajar y buscar sustento no son bandidos, son parte de esta sociedad, las decisiones públicas les afectan o les benefician, que no se nos olvide que la ciudad es de todos y que Avanzar es Posible. 



Comentarios

  1. Hay sinderesis y buen juicio en el presente artículo que refleja la concepción y conocimiento del autor.

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¿Vigilantes de parques o frentes de seguridad urbanos?

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