Por: Carlos Enrique Paternina.
Un café
estaba dispuesto para amenizar la tertulia que eventualmente sostengo los
viernes con amigos y conocidos, en procura de discutir y escuchar las problemáticas
que se padecen en los territorios, sus posibles soluciones, que piensan de las
actuaciones desde lo público y lo privado, la visión de futuro, en fin,distintos temas que me permiten enriquecer las columnas de opinión semanales.
A
tempranas horas del día jueves empezó a correr el rumor del paro armado en
Sucre, Sur de Bolívar, Atlántico y Magdalena, como respuesta de las
Autodefensas Gaitanistas de Colombia a la extradición de alias “Otoniel” a los
Estados Unidos. Voces de apoyo y rechazo no tardaron en manifestarse, así como
posturas políticas en procura de canalizar afectos y respaldos en la contienda
presidencial.
Poco a
poco por redes sociales empezaron a llegar mensajes de terror, vehículos
incendiados, personas heridas y por supuesto los comunicados exigiendo cumplir
con la orden de cierre del comercio, colegios y demás actividades inherentes al
quehacer diario, el cese del transporte de pasajeros y carga, mejor dicho, todos
a encerrarse como en tiempos de comienzo de la pandemia.
En
principio llegue a pensar que el paro sería un tema aislado, que afectaría poco
a los habitantes urbanos de la ciudad de Sincelejo, andaba haciendo algunas
diligencias, y como anteriormente exprese, al teléfono empezaron a llegar
mensajes y más mensajes alarmantes; un video quizás sirvió de detonante, en el se apreciaba a unos estudiantes correr
atemorizados, tras ser incinerada una motocicleta en las afueras de un colegio
en Momil, si, es posible, que ese video haya detonado para que en Sincelejo los
colegios rápidamente establecieran el cese de actividades académicas, el
llamado a los padres de familia para que recogiesen a sus hijos, acelero el
miedo en la urbe.
En las
calles se sentía el miedo, la gente agobiada, los rostros de muchos reflejaban
ese sentimiento de querer llegar pronto a sus hogares, cada rumor ayudaba a
crear ese escenario de terror, el fin buscado, estaba siendo alcanzado, buses,
camiones, vehículos particulares y taxis ardían en fuego, una persona herida,
otra asesinada tras vararse su vehículo; personajes en motos circulando en la
ciudad, sembraban el terreno, las redes sociales esparcían la semilla, temor
creciendo rápidamente, regado por los ciudadano tras replicar cada mensaje.
Mientras
tanto la falta de autoridad se hacía evidente en los territorios, los
gobernantes pareciesen estar escondidos, apareciendo fugazmente para mostrar su
participación en consejos de seguridad, anunciar medidas y llamar a la calma, o
desde helicóptero sobrevolar el territorio, pero no en las calles acompañando a
la Fuerza Pública, en recorridos por las ciudades y carreteras. No me quedan
dudas de que ese querer gobernar distantes de lo que sucede en los barrios, en
los andenes, en los parques, en las escuelas, en donde están los habitantes o
ciudadanos, alimenta el sentimiento de desgobierno que se respira día a día en
los territorios, si, están desconectados de la realidad.
Llaman
a la tranquilidad, mientras en las oficinas de las entidades públicas, ni los
fantasmas se hacen presentes en las horas del paro, el ausentismo de los
funcionarios públicos solo evidencia que ese llamado, lo hacen desde la
comodidad de sus hogares. Esa desconexión aunado al abuso de los que están
llamados al servicio desde lo público, está pasando factura, aumentando el
descontento social, el irrespeto ante la institucionalidad, el sentimiento de
agobio y frustración.
Poco es
el interés que se ve en los actuales gobernantes locales, en sacar adelante los
territorios que administran, el marketing y los anuncios rimbombantes se vienen
imponiendo, los indicadores de competitividad y pobreza dejan claro, que la
inmediatez y la improvisación no permitirán mejorar la calidad de vida de los
ciudadanos, nuestra sociedad está enferma y carente de soluciones, de
oportunidades, por ello es común la proliferación de actividades ligadas al narcotráfico
y la ilegalidad: prostitución, expendio de drogas, homicidio.
Nuestros
territorios seguirán siendo atractivos para los actores de la guerra contra el
Estado, corredores de droga y contrabando para acceder a los mercados
extranjeros, surtiendo a los poderosos carteles mejicanos de Sinaloa, Jalisco,
a la mafia siciliana, calabresa, asiáticas y de Oceanía, un negocio lucrativo
que suma billones de dólares y litros de sangre, dejando a los territorios y
ciudadanías frenadas ante el temor ejercido por esos enemigos invisibles, que
atacan y sigilosamente desaparecen.
El caos
que comúnmente reina en las ciudades cedió a la calma sepulcral, un silencio
falso ante el miedo, calles desoladas con pocas almas transitando por ellas, muchos
expectantes a la llegada de más malas noticias.
El café
de este viernes se aplazó, el diálogo con un joven emprendedor fue aplazado por
tercera vez, estoy seguro que conversaremos pronto en la cotidianidad de la
ciudad, el tema sin duda se verá modificado, ante la nueva realidad que se impone
en nuestros territorios, así como han impuesto la desolación y la pobreza, solo
un paro armado o un partido de fútbol parecen abstraer esa compleja realidad
del hambre, en donde a pesar de los anuncios nada es ¡Diferente!.
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