Por: Jhonatan Bedolla Pérez.
Y digo que puede llegar uno peor porque la actual
disputa política me permite vislumbrar que no tenemos una contienda electoral
con miras a la presidencia de la república a la altura de las problemáticas de
distinta índole por las que atraviesa el país. Veamos el porqué
El de Uribe -Fico- ha hecho una campaña en la cual se
ha encargado de despotricar a todo aquel que ve como rival directo en su
aspiración presidencial. Es un personaje nefasto políticamente hablando, cero profundo y cuyo único discurso es la suma de lugares comunes sin el más mínimo
nivel argumentativo y, lo más preocupante, refleja que tiene poco conocimiento
del país y de la manera en cómo funciona El Estado. La única razón por cual
Fico tiene opciones de ser presidente de la Republica es el apoyo deliberado y
descarado del actual gobierno de Iván Duque y con ello, el de los medios de
comunicación serviles a los intereses de los mismos de siempre. Nada nuevo
ofrece el candidato de la derecha, el de Uribe.
Por otra parte, está el senador y candidato Gustavo
Petro, quizás uno de los dos personajes que más odios y amores mueve en la
política colombiana actualmente. Petro es un tipo muy inteligente, inigualable
orador quien con su visión de país parece ser la persona – y digo persona,
porque somos un país muy presidencialista, es decir; creemos que todos los
problemas que nos agobian los va a resolver alguien que llega a gobernarnos por
cuatro años- que Colombia necesita en estos momentos. O al menos esa es la impresión
que dejan sus discursos en las distintas plazas públicas del país. Sin embargo,
la gran preocupación que hay alrededor de Petro está en que, algunas de sus propuestas,
técnica y presupuestalmente no son viables. Y sobre eso hay que prestar
particular atención, no es posible que como país veamos incontrovertible las
propuestas de un candidato que al día de hoy es el favorito para llegar a La
Casa de Nariño. El crecer como país implica al menos, desde el plano de lo
electoral, tener la capacidad para cuestionar objetivamente a quienes aspiran a
gobernarnos. Sin importar en que orille esté.
La posibilidad de que Petro sea presidente es muy alta
y eso despierta los odios viscerales en aquellos que se jactan de ser defensores
de la democracia y de las instituciones, pero, sobre todo, defensores de las
libertades, pero no sé a qué libertades se refieren, porque son opositores a
todo aquello que implique libertades individuales en la democracia que dicen
defender.
Luego esta Sergio Fajardo: un tipo tranquilo, medido y
“que no polariza”; esto último es la cruz que carga el hoy candidato
presidencial. El país le ha sabido cobrar sus ausencias en momentos políticos
importantes. Fajardo es el típico hombre que no toma partido ni para bien ni
para mal, un tipo neutro, un tipo tibio. Un tipo al que los momentos de país lo han
llamado y no tenido la gallardía para ser la voz que represente a millones.
A título personal, considero que Fajardo y su equipo
han enfocado de manera equivocada la campaña presidencial. Hoy solo representan a algunos sectores de
las llamadas elites bogotanas. Eso de representar a las regiones y demás,
parece ser que no pegó en ellos. Sin duda alguna, detrás de Fajardo hay gente
muy interesante en términos de política y luchas sociales, ese debió ser el
verdadero enfoque de esa campaña. En los municipios y departamentos que han
sufrido el olvido de El Estado no se escucha de Fajardo, la conversación
electoral está entre Fico y Petro. Algo no muy democrático y participativo,
pero real.
La desazón nos envuelve, nos toca como país escoger al
menos peor, porqué ninguno de los actuales candidatos presidenciales refleja el
sentir serio, responsable y estadista que se requiere en alguien que aspira
llevar los hilos de la investidura más importante del país dentro del próximo
cuatrienio. Algo desafortunado.
Adenda: El caso de Debanhi Escobar en Nuevo León –
México ha despertado la sensibilidad de gran parte del continente americano. En
Colombia todos los días tenemos a una nueva Debanhi. Ojalá podamos trabajar mancomunadamente
para que no tengamos que lamentar episodios como el de la joven mexicana en
ninguna parte del mundo. Repudio total.
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