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SINCELEJO ENTRE LA CRÍTICA Y EL CAMINO DE UN MEJOR FUTURO


Por: Carlos Enrique Paternina Contreras – Arquitecto, planeador urbano, consultor y docente universitario.

Hablar de pensamiento crítico nos lleva por regla a entender que no toda crítica se sustenta en el pensar crítico, lo que si lo nutre es la construcción de un punto de vista que, basado en el análisis y evaluación de la consistencia de los razonamientos, logre determinar verdades o por lo menos establezca estructuras de análisis consecuentes con la realidad. En cuanto a la crítica como pensamiento de lo urbano, debemos empezar por establecer que la ciudad es un “constructo social”, que transciende esa materialización de las actuaciones de los entes públicos y privados que la intervienen, así como de nuestras vivencias, de nuestras posturas ciudadanas, de las reglas y normas que establecemos como sociedad a través del tiempo de existencia de estas.

Para pensar críticamente la ciudad debemos entender su existencia espacio-temporal, esto es el porqué de su espacialidad y de dónde su origen, cómo y a que obedece su crecimiento, qué momentos ha tenido de desarrollo, y si realmente en el contexto de análisis se puede hablar de “desarrollo”, entendiendo por supuesto las distintas variables que implica la palabra. Este análisis basado en la crítica se hace imprescindible si deseamos replantear “las formas” de cómo se ha hecho ciudad por parte de los actores urbanos.

Otro aspecto para tener en cuenta es la inserción de nuestra urbe en el escenario internacional, ¿tenemos realmente intercambios que se reflejen en el quehacer urbano? Esto lo podemos medir en el impacto del turismo y del comercio internacional; escuchamos a actores urbanos hablar de la importancia geográfica caracterizando la cercanía a mares, ríos, a interconexiones viales, aéreas, férreas, en fin, una multiplicidad de elementos a favor para medir el éxito en el contexto global; sin embargo, vemos casos de ciudades aisladas que muestran mucho mayor dinámica urbana que otras que cuentan con ventajas geopolíticas. ¿Entonces en qué se sustenta su éxito?

Si cruzamos las variables de tiempo, tratando de encontrar el detonante que atrajo pobladores en los picos de mayor crecimiento, a qué se dedicaba la urbe económicamente hablando y qué tanta importancia ejercía los principales generadores de empleabilidad, podemos empezar a identificar si el éxito fue un caso fortuito, o un buen aprovechamiento de las cualidades y capacidades de la ciudad y su relación con la ruralidad.

Ahora bien, en este crecimiento urbano se ha logrado dar respuesta a lo que implica el aumento poblacional, entendiendo que el auge de las ciudades va de la mano con los retos de habitabilidad, movilidad, prestación de servicios públicos, seguridad, bienestar social, el manejo de las finanzas públicas, la implicación de la ciudadanía en la toma de decisiones y por supuesto en el reflejo de lo público en la calidad de vida urbana.

Poco a poco vamos teniendo elementos de sustento para el pensamiento crítico urbano; ahora bien, vayamos un poco a lo material a la infraestructura, ¿cuentan nuestras urbes con zonas verdes agradables, parques y plazas en los cuales realizar la vida social de manera integrada a la naturaleza propia de la región? ¿Los andenes son por lo menos en los centros urbanos, adaptados para todo tipo de caminante, entendiendo que muchos tienen limitaciones visuales, auditivas o de movilidad? ¿Cómo está de comprometida la ciudad con la cultura? Esto debe analizarse más allá de las fiestas populares anuales; ¿cuál es el equipamiento y las actividades culturales que de manera permanente se brindan en nuestras ciudades? No es el fin en este escrito el quedarnos en preguntas que pueden parecer retóricas o en lo que algunos pueden llamar simple criticadera, la idea es empezar como ciudadanos a establecer qué es lo que llamamos desarrollo, ¿es realmente el desarrollo lo que hemos generado en nuestras urbes? ¿En manos de quién (es) ha estado el establecer la hoja de ruta para alcanzar el éxito de nuestras ciudades?

Hay infinidad de indicadores urbanos que pueden darnos luz, para construir un discurso entorno al avance o fracaso; sin embargo, vamos a apostarle a lo que vemos como simples ciudadanos espectadores, aún cuando esto no es del todo cierto pues al ejercer o no nuestro derecho al sufragio, empezamos a implicarnos en las responsabilidades del presente y futuro de nuestros territorios.

Mientras en ciudades que identificamos como exitosas o “modernas” hablan hoy de ser ciudades inteligentes (smartcities), e incluso acuñado el concepto de ciudades amables, estructurándose urbanísticamente para estar cada día más conectadas e implicadas con sus ciudadanos y visitantes, en la mayoría de nuestras ciudades colombianas no se ha podido resolver temas básicos de infraestructura, llegando incluso a tener dos (2) ciudades en una (1), la ciudad formal y la ciudad informal, la ciudad que preocupa a la que se le pavimentan sus calles y se establecen prioridades en la prestación de servicios urbanos y la ciudad que dejamos atrás luchando por el día a día.

Se habla de buen espacio público, espacios de calidad para el ciudadano, mientras nosotros no hemos empezado a ponernos de acuerdo en la ciudad para quién es; es evidente cuando vemos que hay ciudadanos que piden calles más amplias para los vehículos, siendo que andan a pie, mientras hoy las principales urbes buscan desestimular el uso de vehículos, plantean la reducción de carriles para ampliar andenes, estableciendo claramente que la ciudad es de los ciudadanos.

Sincelejo hace parte de esas ciudades intermedias en una lucha diaria por ver cómo se resuelven los temas prioritarios, tenemos no solamente la complejidad de la ciudad que no se desarrolla, la que no brinda oportunidades, en la que la lucha del ciudadano es su diario vivir, en la que nos hablan de un sistema de transporte en donde no tenemos claro ni cuáles son las intervenciones urbanas relevantes para ello ¿dónde están los planes construidos desde una visión colectiva?, a eso debemos apuntar, es primordial no copiar los modelos de esas ciudades que hoy vemos como exitosas, lo que debemos es construir en base a nuestra identidad, más allá de una simple remembranza, desde nuestra identidad, con base en la vocación establecer las oportunidades territoriales.

En este punto regresan los cuestionamientos: ¿cómo la construimos?, ¿cuáles son nuestras prioridades?, ¿cómo hacemos para que esa alianza entre lo público y lo privado se refleje realmente en un crecimiento de la ciudad armónico y sostenible?, ¿cómo logramos despertar el pensamiento crítico en los distintos actores urbanos implicados en las tomas de decisión y en la ejecución de toda intervención urbana?

De acuerdo con lo esbozado en líneas anteriores, para empezar a hablar realmente de la Sabana de Sincelejo y Corozal, territorio sostenible, identificado por FINDETER en su programa de “ciudades amables”, es basarnos en tres (3) conceptos: (1) la identidad la ciudad, construir y recuperar nuestra identidad, (2) la ciudad es del ciudadano, pero a partir de la identidad y del ciudadano debemos construir nuestra visión de futuro y para ello se debe estructurar un Plan Estratégico desde un enfoque metropolitano a 12 años, en el que de manera concertada y consensuada, entre todos los actores urbanos, le apostemos no solo a dar respuesta a estos cuestionamientos, (3) estableciendo una hoja de ruta que se lleve a las distintas herramientas de gestión urbana establecidas por la normativa colombiana, dando paso a un enfoque de políticas públicas ajustadas a la realidad territorial, en la que la ciudadanía logre implicarse en el desarrollo, y se establezcan vínculos inquebrantables mediante mandatos populares por encima del sesgo o la identidad ideológica y partidista de la inmediatez electoral, al tiempo en que los entes públicos y el sector privado (los empresarios, constructores y financieros por ejemplo) establecen estrategias aunando esfuerzos encaminados al logro de victorias tempranas.


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¿Vigilantes de parques o frentes de seguridad urbanos?

Sincelejo se vuelve nuevamente tendencia nacional, no precisamente por ser ejemplo en estrategias de desarrollo territorial y generación de oportunidades. Una de las razones de esta notoriedad negativa es la reciente decisión de la alcaldía de Sincelejo de contratar una empresa de vigilancia privada por un valor cercano a los 25 mil millones de pesos para "vigilancia y seguridad de los bienes y espacios a cargo de la alcaldía". Los videos e imágenes difundidos por la alcaldía y sus medios aliados muestran un grupo de exmilitares armados junto a motocicletas de alto cilindraje, lo que los hace parecer un grupo antimotines o agentes del GAULA con sus trajes y chalecos negros. Según el alcalde, esta medida busca mejorar la percepción de seguridad y funcionar como una red de apoyo para la Policía Nacional. Sin embargo, el hecho de que estén armados, se desplacen en motos por la ciudad y sean llamados “frentes de seguridad” por el propio alcalde, genera inquietudes sobre las verda